Misionero denunció discriminación y acoso en minisúper. Se bajó el pantalón y mostró que no escondió ningún producto.


Casi 200 kilómetros viajaron dos amigos misioneros desde Santa Rosa hasta el Hospital de IPS Ingavi, donde uno de ellos tenía una cita médica. El largo viaje se volvió increíble luego de una lamentable “confusión” en un minisúper situado frente mismo al hospital.


“A las 2 de la mañana salimos de Santa Rosa para la consulta de mi amigo, a las 7 llegamos y como tenía turno a las 10 se registró todo y salimos como para desayunar”, inició su relato C., de 45 años.


Entraron al lugar para comprar facturas dulces, pero como nada les convencía, decidieron salir nuevamente.


“De repente veo que una chica se va corriendo hacia adentro y cuando nos vamos como para salir, el seguridad o el mandamás, por decirlo así, nos cierra el paso”, relató el misionero.


El empleado del comercio cerró la puerta y no les dejó salir. Al comienzo no entendieron qué pasaba. “Nos sentimos coaccionados, secuestrados, y me miró a mí”, señaló.


Entonces, su amigo le consultó cuál era el problema. “Nos dijo que íbamos a tener que esperar a que venga la Policía y me dijo a mí ‘que tenía que explicar’. Saco mis bolsillos para mostrarle que no tengo nada y me dice ‘más abajo’, ahí sentí sinceramente un acoso sexual”, indicó el afectado.


Pantalón abajo

La víctima no tuvo de otra que mostrarle que el bulto bajo su pantalón no era precisamente algún producto, sino su propio “paquete”.


“Teniendo cámaras por todos lados nos acusan, venimos para consultar y nos tratan de ladrones. Llavearon la puerta por nosotros como si fuéramos delincuentes”, manifestó la víctima.


Valentín Domínguez, abogado de C., comentó que, además de estar bien dotado, su cliente tiene una hernia que le abulta más ahí abajo.


El empleado, de nombre Mario, reconoció a EXTRA que pensaron que lo que tenía abultado era algo que quería robar.


“Por eso fue, pero… quién va a pensar que está enfermo, siendo que no le vimos (su parte íntima)”, se quejó, asegurando que fue un “malentendido” nomás. “Se ofendió porque cerramos la puerta”, le bajó si que.


El misionero contó que lo peor de todo es que los empleados del local avisaron a la Policía por su pinta nomás y entre cuatro polis le siguieron hasta su coche, donde le revisaron y confirmaron que no tenía ninguna causa pendiente con la justicia. “Tengo miedo de volver a Asunción”, lamentó.


Fuente: EXTRA