“Chiperito” viaja desde Caacupé a Mariano R. Alonso. Su sueño es ser jugador, sin dejar de ayudar en casa.


Como sacado de los cómics de Superman que entraba a una cabina como periodista y salía como un superhéroe, Sebastián Amarilla se gana el sustento jugando al fútbol y vendiendo chipa.


Todo dentro del mismo estadio. Sus compañeros y cuerpo técnico del Porvenir de Mariano Roque Alonso le llaman de cariño el “Chiperito”.


Es oriundo de Caacupé y cada domingo su familia entera se despierta a las 5:00 a elaborar el delicioso menú en el barrio San Francisco.


De ahí sale a la ruta y toma dos colectivos para llegar a su compromiso deportivo de cada fin de semana a las 13:00.


“Cuando llego, voy junto a los profesores, me preparo para jugar. Mi canasta dejo en el club nomás”, comentó.


Amarilla juega en la categoría Juvenil de Porvenir y para cuando juega la categoría Primera, él ya está ofreciendo en las gradas sus productos.


Dura entre 3 y 4 horas cada viaje desde Caacupé a Mariano. Es un trayecto que realiza desde que tenía 12 años para vender el alimento tradicional.


Ahora tiene 18, recién este año le dieron la oportunidad de entrenar en un club y acude a las prácticas los martes, miércoles y viernes.


“Quiero ser futbolista y también es necesario trabajar para cubrir el pasaje, la comida, ayudarles a mis padres”, afirmó.


A los jóvenes que no encuentran rumbo les dijo “que intenten trabajar y salir adelante y ayudar a sus padres”.


Después de vender cerca de 80 chipas cada domingo, Sebastián retorna a casa con la misión cumplida y el sueño intacto de ser un futbolista profesional.



Fuente: EXTRA