El cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo de la Santísima Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), se encargó de la santa misa realizada en la ciudad de Caacupé durante el novenario en homenaje a la Virgen.
- 01/12/2022
- Por Edicion Prensa
Primero el líder religioso se refirió al rol de los laicos en la Iglesia y en ese sentido resaltó la necesidad de una profunda conversión y renovación eclesial y pastoral, además de la falta de un real protagonismo y reconocimiento del papel de los laicos en la Iglesia y en la sociedad.
“Es débil el compromiso social y político de los laicos porque en las estructuras de la Iglesia se ha puesto mucho énfasis y esfuerzo en la catequesis y en la liturgia, pero dejando postergado el rico pensamiento de la Doctrina Social de la Iglesia”, argumentó.
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En otro momento resaltó que una herida abierta es el escándalo de abusos de menores y de personas vulnerables en el ámbito de las instituciones eclesiales. “El Magisterio y las orientaciones del Papa Francisco nos llevan a plantearnos seriamente que 3 las parroquias, las escuelas, universidades, y los organismos bajo la responsabilidad de la Iglesia sean espacios seguros para evitar todo tipo de abusos, incluyendo el abuso de poder, que es causa de otros muchos abusos”, dijo.
No obstante, destacó el trabajo abnegado de los obispos, sacerdotes, personas de vida consagrada y de miles de laicos, quienes están en las parroquias o congregaciones que cuidan de enfermos, ancianos, niños con severas discapacidades, hogares de recuperación de las drogas, comedores comunitarios, entre otros. También es destacable, según remarcó, la presencia activa de obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos y agentes de pastoral que asisten y acompañan los derechos humanos de las comunidades indígenas y de sectores campesinos en sus legítimas aspiraciones y reclamos por la propiedad de la tierra; así como por la atención y promoción humana de los presos en las cárceles, de los migrantes, entre otros.
En otro momento se refirió a la situación de los jóvenes y mencionó que el bono demográfico es una riqueza del Paraguay, una oportunidad única e irrepetible, que requiere políticas públicas que apunten a su formación integral para que se constituyan en factor que aporta al desarrollo del país.
“La educación es la clave. Pero una educación de calidad que piense no sólo en términos de formación técnica, que es muy importante, sino sobre todo en la formación en valores que forjen personalidades sanas de corazón, con gran sentido de la responsabilidad y de la ética. Debemos pensar juntos, sin exclusiones, sobre un proyecto educativo integral. La Iglesia acompañará y apoyará una propuesta educativa que contemple los valores que ayuden a la formación integral de la persona humana”, insistió.
En cuanto a la situación nacional, el cardenal señaló que la corrupción y la impunidad son realidades estructurales en el Paraguay, y que la Iglesia se ha ocupado permanentemente de denunciarlas y de proponer orientaciones para superarlas. Sin embargo, dijo que no sólo hemos avanzado poco, sino que en muchos aspectos hemos retrocedido y la situación se ha agravado con la aparición y afianzamiento del crimen organizado (narcotráfico, lavado de dinero, contrabando, diversos tipos de tráficos, que incluiría el tráfico de personas, entre otras actividades ilícitas), y del poder político como herramienta para el enriquecimiento ilícito.
“Instituciones, personas y hechos concretos han sido señalados y, en algunos casos, han mostrado crudamente cómo operan a favor de actores y sectores del crimen organizado. El sentido ético de la decencia, la honorabilidad, la compasión, la empatía, son valores que están ausentes de la conciencia y de la conducta de quienes, como cristianos católicos, o como ciudadanos de bien, desde sus cargos de responsabilidad pública o privada, deberían ser promotores del bien común al servicio de la dignidad de la persona humana”.
TIEMPOS ELECTORALES
Finalmente recordó que estamos en tiempos electorales y que abundan las promesas de mejores oportunidades, de un país distinto. “Los católicos son mayoría entre los electores. Deben participar, no quedarse en casa mirando desde el balcón y ver pasivamente cómo la corrupción y la impunidad están destruyendo la nación, privando de vida digna a nuestro pueblo”, esgrimió.
Agregó: “Por eso les decimos que es necesario ver y evaluar el testimonio de vida pública y privada de los candidatos. Dice el Santo Padre que no podemos juzgar la conciencia de los políticos, pero sí sus acciones u omisiones. Si un candidato ofrece dinero o prebendas a cambio del voto, es un signo muy claro de que no es confiable. Permítanme aludir a un pensamiento que dice: el que paga para ocupar un cargo público, paga para privilegiar sus propios intereses y no los intereses del país. No merece nuestro voto, porque desde el cargo no se ocupará del bien común. El voto debe ser libre, consciente y responsable. No hipotequemos nuestro futuro por prebendas. No nos dejemos presionar ni extorsionar. No nos 6 dejemos robar la esperanza en una vida más digna y más plena para nosotros y para las generaciones futuras. En este sentido, exhortamos a la ciudadanía que siga con atención no solo el discurso o la propuesta de los que se presentan para acceder a los cargos electivos, sino sobre todo que se fijen en sus acciones, en sus antecedentes en su vida pública y privada, en las posibles fuentes de financiación de su campaña electoral, en los grupos que integran, en las personas de las que se rodean. En definitiva, que se fijen en su conducta, en la coherencia entre lo que dice y lo que hace”.
Fuente:HOY