La homilía destacó la lucha entre el bien y el mal y la necesidad de vivir según la sabiduría divina


En la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, Monseñor Francisco Pistilli, obispo de Encarnación, presidió la homilía en el Santuario de Itacuá, llamando a los fieles a renovar su fe y a reflexionar sobre la pureza del corazón humano. El obispo presentó a la Virgen María como modelo de gracia y santidad, describiéndola como la “tierra sin mar”, un corazón limpio donde la creación redimida por Cristo encuentra su renovación.


Durante su mensaje, Pistilli enfatizó que, pese a la presencia del pecado y el desorden en la vida diaria, cada persona tiene la responsabilidad de elegir entre el bien y el mal. Comparó esta lucha interior con una fábula en la que dos globos representan las fuerzas del egoísmo y del amor, explicando que el que se alimenta con nuestras acciones dominará finalmente nuestro corazón.


El obispo instó a los fieles a vivir coherentemente con los valores cristianos, rechazando toda forma de abuso, injusticia y corrupción, y promoviendo la unidad, la justicia, la libertad y la paz en la sociedad. Señaló que la verdadera conversión implica decir “no” al pecado y “sí” a Dios de manera sincera, transformando no solo la propia vida sino también las relaciones con los demás.


Asimismo, Pistilli subrayó que la fe en María y la confianza en el plan de Dios permiten superar la influencia del mal y vivir como auténticos hijos de Jesús. Concluyó exhortando a los presentes a ser ejemplo en sus hogares y comunidades, demostrando que la gracia divina puede guiar los corazones y reconstruir la armonía social siguiendo el ejemplo de la Virgen Inmaculada.