El Dr. Julio Mazzoleni hace su descargo en 200 páginas de memorias sobre su gestión al frente del Ministerio de Salud Pública, siendo protagonista de una de las épocas sanitarias más difíciles por la pandemia del Covid-19.


Hace un repaso de las dificultades y burocracias con que debió lidiar, así como las “malas prácticas” en la cartera sanitaria que debió enfrentar y que terminaron por minar su gestión. 

Revela presiones sufridas de parte de grupos poderosos que en su momento no podía hacerlo por la investidura del cargo y lo expone en el libro, aunque sin dar nombres.

–Su libro Irrupción: bitácora de un viaje en aguas turbulentas, ¿es una confesión o un descargo?

–Es un relato lo más honesto posible de mi paso por estas circunstancias, donde trato de describir para la gente la complejidad de las situaciones que se presentaban en el contexto mundial, de las dificultades que tienen el ejercicio del poder y el manejo de la burocracia pública; las cuestiones que a veces uno no puede revelar porque hay intereses del Estado y cuestiones que pueden poner en riesgo algunos objetivos estratégicos o cosas más concretas como la provisión de vacunas por la subordinación a acuerdos de confidencialidad.

También una breve reseña biográfica para entender un poco el perfil de mi persona, las circunstancias en que se dio mi designación y una cronología de los hechos que, para el lector que tiene una posición no sé si imparcial, pero una predisposición a formarse una opinión, esto puede usarse como insumo para poder seguir discutiendo la salud pública y tratar de entender el hecho de acuerdo con su contexto.

–“Irrupción” deja entrever “corrupción” o ¿es una mención a la rosca corrupta metida en la cartera?

–Absolutamente tiene que ver con lo que decía: Un outsider que entra y ese perfil tiene ventajas y desventajas. La ventaja más importante, y por eso creo que haya sido un acierto no solo por mi persona en particular sino por mi perfil, porque el Ministerio requería de muchas reformas; muchos procesos de institucionalización y esos son esfuerzos desgastantes que no tiene ningún rédito político ni mediático.

Es muy poco probable que un político profesional esté dispuesto a embarcarse en esa ruta. Lo demás es una cuestión que también son juegos de la prensa que tiene que ver con rimas; me parece que son simplemente picardías, y bueno, las acepto como parte de las reglas del juego.

–¿Qué autocríticas hace?

–Sí, se desarrollan varias cuestiones donde se admiten muchos errores, sobre todo cuestiones que tienen que ver con malas prácticas dentro del organismo del Estado. Pero también se enfatizan muchas de las cuestiones positivas que a veces en la cobertura mediática tienen menos réditos poder valorar; cuestiones positivas que se logran con enorme esfuerzo y en circunstancias muy difíciles y en situaciones de todo tipo: Presupuestarias, brechas históricas, falta de inversiones en salud, una serie de elementos que tampoco son valorados en su justa medida. Entonces, tratamos de hacer un relato equilibrado de todo eso.

La autocrítica siempre estuvo, he pedido disculpas de muchas acciones y malas prácticas que se han dado; pero también le muestro a la gente cómo funciona el Estado para que entienda que algunas críticas son válidas y otras no.

–¿Qué son esas malas prácticas?

–El Ministerio de Salud es el organismo del Estado que tiene más procesos administrativos, tiene alrededor de 600, le sigue el Ministerio de Obras Públicas, con 70. Cada proceso administrativo, con todas sus fases y etapas, es sumamente desgastante.

Lo que marca la normativa es que las personas que hacen los procesos de evaluación deben estar juntas en todo momento; y muchas veces, por cuestiones de varios procesos simultáneos, por la premura y la exigencia sobre todo en salud, donde la demora puede significar a veces la diferencia entre la vida y la muerte de alguna persona, para que se adjudiquen medicamentos o insumos, en ese proceso se cometen muchas desprolijidades que no son justificables, pero que se entienden en la cotidianeidad de lo que ocurre. Entonces, ese tipo de cosas representa una irregularidad que no anule los procesos en sí. A eso me refiero y que muchas veces son sustanciadas en informes de organismos contralores.

–¿Tiene alguna revelación de algo que no dijo y que ahí sí lo hace?

–Sí, hay varias, efectivamente, y me hubiera gustado poner nombre y apellido a muchas de ellas. Lastimosamente, un ministro no tiene fueros y un ex ministro menos; entonces, hay que ser muy cauteloso porque desgraciadamente muchas de las cosas que conozco no las puedo probar, aunque haya habido incluso testigos, no puedo comprometerlos, si ellos no están dispuestos a correr el mismo riesgo. En muchas ocasiones, hay relatos en donde quizás con un poco de deducción se puedan determinar algunos de los actores.

–¿Qué tipo de presiones u ofrecimientos “indebidos” recibía?

-–Uh. Sí, de todo. Uno tiene que saber que en una posición de ese tipo siempre ocurre. Hay un sinnúmero de personas que intentan hacer tráfico de influencia e intentan buscar alguna veta por donde producir algún tipo de ventaja, incluso, de algún incentivo. Todo ese tipo de cosas nosotros hemos bloqueado constantemente. Y muchas veces hay gente que está acostumbrada a esos procesos y cuando uno cierra esos canales se buscan niveles inferiores o simplemente se busca desacreditar a las personas que están molestando en el Ministerio. Pero eso es inherente al cargo, para decir que es una excusa, se vive en todos los países del mundo y todos los funcionarios –los honestos y deshonestos– están expuestos a eso. Tengo muchísimos casos, pero vuelvo a decirte que es muy difícil probar ese tipo de cosas.

–Tras el escándalo de las compras fallidas, ¿piensa que debió actuar con más firmeza?

–Se puede plantear que mi falta de experiencia política quizás haya determinado que uno tiene que tomar a veces medidas que son simbólicas. En el rigor de la administración y de los plazos jurídicos y administrativos, los tiempos en que se hicieron las denuncias, los plazos que se aguardaron y la secuencia de cosas que se dieron fueron absolutamente correctas. Pero, muchas veces, con la presión mediática o la presión interesada política o, incluso, la guerra, el fuego cruzado empresarial o intereses económicos exigen acciones que no siempre se ajustan a derecho.

Desde el punto de vista político quizás algunas medidas de efecto pudieran haber estado a la orden del día; independientemente del reconocimiento que lo he hecho antes, lo hice después y ahora, incluso, de malas prácticas que tienen que ver no con un hecho de corrupción propiamente, pero que no se ajusta a la norma y que constituyen acciones que deben ser mejoradas, que son propias de todos los organismos del Estado y arrastradas históricamente; que tienen que ver con la evaluación de los procesos de compras. Por lo demás, espero que la gente con una descripción muy detallada de este proceso pueda también sacar conclusiones más equilibradas.

–Dicen que lo terminó de hundir la rosca que maneja los hilos de compras y licitaciones públicas. ¿Cuánto de cierto hay en eso?

–Manejé y tuvimos la oportunidad de bloquear varios intentos de amaños. También usé mi prerrogativa de administrador para cancelar procesos; una serie de cosas que no cobraron estado público porque no tenían el interés en ese momento.

Me cansé de proteger la institución de algunos pocos empresarios inescrupulosos y también de varios políticos que intentaron hacer tráfico de influencia. Sí, es cierto que hay una minoría de algunos funcionarios desleales que están acostumbrados a algún régimen de incentivos y muchas veces se puede dar que esos procesos sean bloqueados o enlentecidos, incluso saboteados.

Pero creo que es una minoría y hay que ir subsanando y mi filosofía es que tiene que hacerse a partir de un mejoramiento del sistema que lo haga menos vulnerable. De hecho, lo iniciamos con el proceso de informatización y de transparencia; o sea, de visibilidad de las etapas de los procesos; pero no pudimos concretar todo el proceso y esa sería una autocrítica más. Quizás debí haberle dado más celeridad a ese proceso de reforma también del sistema administrativo.

–¿Esas presiones tuvieron que ver con procesos en pandemia?

–Durante toda la gestión se da eso y tampoco es ningún mérito porque es parte de lo que uno debe hacer. No es algo extraordinario, es lo que corresponde a una persona que está en ese cargo y que debe respetar la investidura de la institución. Pero, sí, constantemente, el Ministerio de Salud tiene una amplitud enorme: Desde construcciones, compras de insumos, compra de medicamentos, ropería, equipos electrónicos y todo tipo de dispositivos, un espectro muy amplio. Incluso el Ministerio se vio involucrado en el otorgamiento de licencia para el cannabis medicinal; o sea, una serie de situaciones bastante complejas donde había muchos intereses económicos y donde se debía trabajar con mucha delicadeza, mucho patriotismo, mucha habilidad y con dificultades muy importantes.

–¿Qué sector es el que más ponía presión o palo a la rueda?

–Era muy variado. En todos los proveedores del Ministerio hay gente muy buena, muy leal, y otra gente no tanto. Hay otra gente que es buena en circunstancias donde hay conveniencias y cuando sus intereses o sus ganancias de alguna manera se comprometen por procesos que finalmente no le favorecen aunque se hayan llevado correctamente, hacen ejercicio de todo tipo de presiones.

Fuente: Ultima Hora