Aunque se traten de mentiras inocentes para lograr la obediencia o el bienestar de los niños, los engaños “piadosos” tienen efectos negativos en el comportamiento de los más pequeños. Cuando saben que sus padres les mienten, son más propensos a repetirlo.


En una investigación de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, se descubrió que cualquier tipo de mentira instrumental aumenta la probabilidad de que un niño mintiera a sus padres. Todo parece indicar que la forma en que los niños desarrollan conductas mentirosas podría depender de la forma en que entienden y procesan los distintos tipos de mentiras que se les dicen.

Los niños son más propensos a mentir cuando sus padres les han estado mintiendo, incluso con mentiras “piadosas” positivas. Los más pequeños podrían estar aprendiendo que tales engaños son efectivos para lograr un objetivo, por lo que son más propensos a mentir.

No solo aprenden la “idoneidad” de la conducta del engaño, sino que también se podrían provocar sentimientos negativos en los niños, atendiendo a su naturaleza coercitiva. De esta forma, solo se logra tensar la relación entre padres e hijos, haciendo que los más pequeños sean más propensos a mentir por resentimiento.

Sin dudas, las diferentes mentiras afectan al desarrollo social y emocional de los niños. De ahí que, en cualquiera de los casos, siempre es mejor que los adultos opten por fomentar una comunicación honesta con sus hijos. Para lograrlo, se recomienda además recibir asesoramiento de un profesional de la psicología.

Fuente: La Nacion