Lo acusaron de robar su propio celular y lo llevaron a la comisaría. Solo fue a verle jugar a su hija.


Con la ilusión de ver a su hija jugar su primer partido en la Selección del Colegio Cristo Rey, en la madrugada del sábado, tomó el colectivo que salía de Ciudad del Este rumbo a Asunción. 

Julio Benegas, escritor y periodista, vestía con la sencillez de siempre: zapatillas y ropa suelta. Su pinta y su cabello largo, no agradó a los guardias de seguridad del intercolegial organizado por el ASA (American School of Asunción). 

El papá estaba acreditado, al igual que su pareja, Mirna Rivarola, y el hijo de ambos. Así que entraron. 

Entre el bullicio de los estudiantes, se acomodaron en las gradas. En el segundo tiempo del juego, entró la nena. El papá vivió cada jugada como hincha fiel. Casi al término, la pequeña participó en la jugada de gol que le dio el triunfo al Cristo Rey.

El guardia no les sacaba el ojo de encima. Cuando Benegas intentó acercarse a su hija, el seguridad los señaló con el dedo y ordenó que se bajen.

Lo acusaron de robo 

Mirna pidió explicaciones, no entendían lo que pasaba. “Bájense y síganme, o si no traigo a la Policía”, amenazó el guardia. 

Para evitar más escándalo, salieron a la calle. Había una patrullera y policías. Acusaron a Julio de robar un celular. Nadie lo denunció, pero supuestamente lo vieron en las cámaras. 

“Recordé que un chico le había preguntado a Mirna si el celular que estaba en la grada era de ella. Ella me preguntó si era el mío. Sí, lo era, lo había dejado ahí, a un metro de donde estaba sentado”, relató.  

Sacó el aparato de su bolsillo, explicó lo sucedido, su pareja lo llamó desde su teléfono. Demostró que era suyo, pero ya no le permitieron entrar. “El local se reserva el derecho de admisión”, le indicó el seguridad. 

El comisario insistió en que lo acompañe a la comisaría y así lo hizo. Revisaron sus datos en el sistema, confirmaron que “estaba limpio” y lo soltaron.

La mamá de la niña se quejó, pero los organizadores le dijeron que lo apresaron por no mostrar su cédula. 

“Con mis zapatillas, mi pelo largo, el color moreno de Mirna y de nuestro hijo, nuestras apariencias de calle, sabía que no era nuestro lugar”, lamentó el escritor. 

Benegas pensaba en escribir una carta al colegio de su hija y dejar las cosas ahí. Pero, la publicación se hizo viral y recibió mucho apoyo. Está pensando en tomar otras medidas.  

Fuente: Extra