Libertad, familia, tradición, soberanía y fe fueron los ejes sobre los cuales articuló su discurso ante autoridades nacionales y referentes internacionales.
- 12/06/2025
- Por Edicion Prensa
Durante la apertura del IV Encuentro Regional del Foro Madrid – Asunción 2025, el presidente de la República, Santiago Peña, ofreció un mensaje en el que reafirmó el papel histórico y actual del Paraguay como defensor inquebrantable de los valores fundamentales de Occidente. Libertad, familia, tradición, soberanía y fe fueron los ejes sobre los cuales articuló su discurso ante autoridades nacionales y referentes internacionales.
En sus palabras de bienvenida, el mandatario destacó la profunda identidad integradora de Asunción, ciudad que describió como “Madre de Pueblos y Nodriza de Ciudades”, recordando sus orígenes históricos como núcleo de civilización y fundación. “Asunción nació como un centro de integración: esa es su razón vital de ser. Por eso creo que el Foro Madrid llega a su casa”, expresó. Saludó especialmente a los visitantes extranjeros, augurándoles una estadía marcada por la hospitalidad y el calor humano del pueblo paraguayo, al que describió como “solidario, fraterno, y profundamente creyente”.
Un país que resiste imposiciones y defiende principios
El Jefe de Estado centró su mensaje en la defensa del bien frente al mal, citando al escritor Aleksandr Solzhenitsyn con una frase que —según confesó— recuerda cada día: “La línea que separa el bien del mal atraviesa los corazones de todos los seres humanos”. Desde esa premisa, afirmó que el mundo enfrenta una batalla espiritual real, en la que cada persona está llamada a tomar posición. “No hay lugar para tibios: o estamos con el bien, o estamos con el mal”, enfatizó.
El Presidente Peña reafirmó que el Paraguay ha sido históricamente un pionero en la defensa de los valores esenciales. Señaló que mientras otras naciones cedían ante las ideologías dominantes, el país resistía con firmeza. “No seguimos las modas, nos imponemos sobre ellas”, declaró, defendiendo la libertad de pensamiento, la democracia, el respeto a la vida, y la familia como cimiento irrenunciable de toda sociedad.
El Presidente también reivindicó las raíces espirituales del Paraguay, destacando la fusión entre el legado guaraní y la evangelización cristiana como pilares de una identidad única, libre y trascendente. Recordó las Misiones Jesuíticas como un ejemplo de esa espiritualidad viva que dio forma a una cultura profundamente humanista y solidaria.
En su mensaje, el jefe de Estado advirtió sobre los riesgos del “globalismo” entendido como imposición cultural. Lo definió como una corriente que pretende uniformar al mundo bajo una sola visión, desconectada de la historia, la fe y los valores propios de cada nación. Citando al filósofo Byung-Chul Han, lo llamó “el infierno de lo mismo”, y denunció que “quiere convencernos de que no hay verdades, solo sentimientos”. Ante esa amenaza, afirmó que el Paraguay alzará su voz con firmeza en defensa de la verdad, la belleza y la justicia.
Finalmente, el Presidente concluyó con un firme llamado al compromiso ético, instando a los presentes a no olvidar que la batalla más profunda se libra en el corazón de cada ser humano. “Luchemos para que triunfen nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestra bella civilización”, expresó, antes de cerrar con una bendición a la patria, a las naciones hermanas y al Foro Madrid.