El lunes se convirtió en un verdadero desafío para cientos de conductores, en su mayoría con vehículos de matrícula argentina, que se vieron atrapados en una fila interminable en el paso fronterizo entre Encarnación y Posadas.


La causa de este embotellamiento sin precedentes fue doble: la habilitación de un número insuficiente de casillas para el control migratorio y la extrema lentitud en el procesamiento de los trámites necesarios para cruzar de un lado al otro de la frontera.


Desde temprano en la tarde, la acumulación de vehículos comenzó a crecer, extendiéndose por varios kilómetros y generando un ambiente de tensión y desesperación entre los viajeros. La situación, agravada por la falta de avance y la incertidumbre sobre el tiempo de espera, dio lugar a momentos de confrontación verbal y gestos de impaciencia entre los afectados.


Mientras algunos conductores intentaban mantener la calma, otros expresaban su frustración abiertamente, criticando la aparente falta de preparación y respuesta eficaz por parte de las autoridades fronterizas. 

En medio de esta situación caótica, se reportaron también intentos de aprovechamiento por parte de individuos que, detectando la oportunidad de sacar ventaja, ofrecían "soluciones" a quienes estaban dispuestos a pagar por evitar la espera. Esto, lejos de aliviar la tensión, contribuyó a incrementar el malestar general y la percepción de desorden en el manejo de la crisis.


 Estos incidentes destacan la necesidad imperante de una mejor planificación y recursos adecuados en los pasos fronterizos, esenciales para evitar este tipo de situaciones y garantizar un cruce fronterizo eficiente y digno para todos los viajeros.