El antiguo Hospital Regional de Encarnación ya no es el mismo. Sus pasillos, que durante décadas fueron testigos de sonrisas, llantos, vida y esperanza, hoy guardan un silencio que duele.
- 29/07/2025
- Por Edicion Prensa
Arminda Molinas, licenciada en enfermería con más de 30 años de servicio, es una de las pocas profesionales que no fue trasladada al nuevo Hospital General de Itapúa. En las últimas horas, su emotivo video recorrió las redes, tocando fibras sensibles.
“Soy una de las pocas profesionales que queda en el Hospital Regional de Encarnación. No es nada fácil entrar al servicio de siempre… Nadie, absolutamente nadie está. Solo camas vacías y ninguna risa de los compañeros. Pero bueno… aquí estoy, siempre firme, tratando de dar lo mejor de mí a quien lo necesite”, confesó con la voz entrecortada.
En sus palabras se percibe algo más que nostalgia: es el adiós a un lugar que fue hogar, refugio y escuela para cientos de trabajadores de blanco. Cada rincón de ese hospital lleva impreso el esfuerzo de quienes entregaron su vida para cuidar la de otros.
El video no solo muestra paredes vacías, sino el vacío que deja el fin de una era. Sin embargo, también refleja la grandeza humana de quienes siguen allí, sosteniendo el servicio con la misma vocación de siempre.
Arminda agradeció la empatía de las autoridades por permitir que los funcionarios más antiguos eligieran si quedarse o mudarse al nuevo hospital, un gesto que, aunque justo, no alivia del todo la sensación de despedida.
Hoy, el viejo hospital resiste en silencio, habitado por recuerdos y por la firmeza de quienes, como Arminda, aún sienten que su lugar está allí, donde comenzó todo.