El cardenal Cristóbal López, español nacionalizado paraguayo y arzobispo de Rabat, fue entrevistado por el diario La Nación de Argentina, y habló sobre el futuro del papado, el legado de Francisco y los desafíos de la Iglesia.
- 02/05/2025
- Por Edicion Prensa
López, con 72 años, figura entre los que pueden llegar a suceder al papa Francisco, pero al ser consultado sobre dicha posibilidad, con su característico sentido del humor respondió: “¿Yo, papa? Sí, papa frita”.
Al ser consultado sobre la tendencia que debería tener el nuevo papa, López respondió que “clasificar a las personas como conservadoras o progresistas es peligroso y reduccionista. El mismo Francisco ha sido tildado de ultraizquierda en unas cosas y conservador en otras. Defender la vida, por ejemplo, no es algo retrógrado, sino profundamente progresista”, explicó.
El cardenal, que fue nombrado arzobispo de Rabat en 2017 y creado cardenal por Francisco en 2019, asegura tener una fuerte sintonía con el pontífice argentino. “Me identifico con todo lo que ha propuesto, pero no soy ‘francisquista’. Soy de Cristo, del Evangelio. Francisco ha logrado conectarnos con las raíces del Evangelio, no por ser él, sino porque es Evangelio en vena”, afirmó.
Sobre las reuniones pre-cónclave, destacó un clima de interés y curiosidad, aunque reconoció las limitaciones del formato asambleario para establecer vínculos profundos. Ante la posibilidad de retrocesos en la Iglesia, fue tajante: “Tengo fe en el Espíritu Santo. Si la Iglesia retrocede, es solo para tomar impulso, como quien salta con pértiga”.
Respecto a la polarización dentro de la Iglesia, López Romero pidió construir unidad sin caer en la uniformidad. “Hay quienes rechazan el sínodo y quienes lo abrazamos con entusiasmo, pero eso no impide que celebremos juntos la Eucaristía”, dijo. Defensor de la sinodalidad, explicó que no se trata de democracia ni de mayoría simple, sino de diálogo abierto y escucha.
Al referirse al mayor desafío eclesial actual, compartió una visión impactante: “La Iglesia no debe trabajar para sí misma, sino para el Reino de Dios. Jesús no vino a fundar una Iglesia, sino a instaurar el Reino. Y fundó la Iglesia como instrumento para continuar esa misión”.
Consultado sobre el perfil ideal del nuevo pontífice, fue claro: “Necesitamos un papa que construya unidad, que anime al pueblo de Dios a caminar, que conecte con Cristo desde la raíz, y que abrace a toda la humanidad. No se trata de que todos entren en la Iglesia, sino de caminar juntos, incluso con quienes están fuera”.
En ese sentido, defendió el diálogo interreligioso impulsado por Francisco, y su apertura a bendecir parejas homosexuales. “Bendecir no es aprobar, es pedir ayuda de Dios para mejorar. Si bendecimos casas, coches y hasta perros, ¿por qué no personas?”, dijo. “El documento reafirma la doctrina sobre el matrimonio, pero la polémica se centró en una frase. Me gustaría saber cuántas parejas homosexuales realmente han pedido esa bendición”.
También respondió a los que proponen el regreso de un papa italiano: “En la Iglesia no hay cuotas ni fronteras. Puede ser italiano, indonesio o congoleño. No somos la FIFA”, ironizó.
Por último, remarcó que el Espíritu Santo sopla donde quiere y no es propiedad de nadie: “Algunos lo ven como una paloma enjaulada, que solo sale cuando se le abre la puerta. No: el Espíritu Santo trabaja en todas partes, también fuera de la Iglesia. Y no mete la pata, no hace tonterías”.
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