El agente fiscal Isaac Ferreira dio detalles sobre el esquema de operación de Armando Javier Rotela, líder del clan Rotela. Mediante escuchas telefónicas se comprobó que sigue operando desde su lugar de reclusión.


Escuchas telefónicas, con orden judicial, revelaron cómo Armando Javier Rotela, líder del clan Rotela, ordenaba asesinatos de personas que él consideraba competencias y manejaba la venta de droga, explicó a radio Monumental 1080 AM el fiscal Isaac Ferreira.



Con la investigación, se dejó al descubierto una situación que siempre sospecharon los investigadores. El clan Rotela dirige el microtráfico en Central y los bañados de Asunción.


“Nos hemos percatado de que Armando Rotela, desde la cárcel de Tacumbú, sigue operando", prosiguió y sostuvo que el sistema penitenciario “para algunos es una escuela, para otros un colegio y para la mayoría una gran especialización".

Al respecto, precisó que también lograron identificar a un guardia que colaboraba con el clan a las afueras de la cárcel. El hombre fue identificado como Cristian Martínez, quien ya fue imputado por el Ministerio Público.

Por otro lado, fue consultado sobre el uso de celulares dentro de las penitenciarías y señaló que es una preocupación constante, pero no solo es responsabilidad del Ministerio Público evitar que los reclusos tengan accesos a teléfonos.

“Es necesario que alguna vez se tomen los recaudos pertinentes y que las penitenciarías sean tomadas como una suerte de readaptación y no como una experiencia para andar en los caminos de la criminalidad”, consideró el fiscal.

Rotela, conocido también como el zar del crac y condenado por narcotráfico, comenzó a ejercer su influencia hasta ser conocido hoy como el pez gordo al que sigue casi el 90% de la población de la cárcel más grande del país.

Fue así como sus adeptos bautizaron su amplio territorio con el nombre de La Jungla, la tierra donde rige la ley de Rotela, la ley del pez más gordo que se devora a los más chicos.

En Tacumbú, sus adeptos son los conocidos como pasilleros, presidiarios que viven a la intemperie, con nula posibilidad económica y cuyos recursos básicos son proveídos por el líder del clan para ganarse su apoyo.



Fuente: UH